Publicado en Plaza de Armas el 14 de Noviembre de 2011
En esta época en la que comienza la temporada comercial
fuerte, los negocios tienen un reto extra además de enfrentar a la competencia
en la lucha por ganar ventas y clientela: los hogares tienen cada vez una bolsa
más pequeña entre la que deben distribuir sus presupuestos y gastos.
Existen diversos elementos que muestran la forma en que los
ingresos y la capacidad de consumo de los hogares se ha visto afectada. Por una
parte, las estadísticas muestran que en el contexto general de la economía, la
demanda interna aún no recupera los niveles previos a la crisis, por lo que el
crecimiento que se ha tenido en los últimos 2 años ha sido fuertemente empujado
por las exportaciones. Junto con este dato, conocimos en Julio de este año los
resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares
efectuada el año pasado, en la que conocimos que los ingresos de los hogares
cayeron 12% en el lapso 2008-2010, lo que permitía dimensionar el debilitamiento
del mercado interno y, como otra consecuencia natural, identificar el
crecimiento de la pobreza en el país.
Una caída de esa magnitud en ese corto lapso sin duda lleva
a reajustes importantes en los hábitos y en la confianza de los consumidores.
Por una parte, conocemos tanto por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo
que elabora el INEGI como por un par de encuestas desarrolladas por la American
Chamber of Commerce y por México Unido contra la Delincuencia, que la informalidad
ocupa una parte importante de la actividad económica. En los 2 estudios mencionados
sobre la informalidad, se identificó que entre 67% y 80% de los encuestados
había comprado algún producto en la informalidad en los últimos 3 meses (una de
las encuestas fue desarrollada en la ciudad de México, Monterrey, Guadalajara y
Puebla, la otra sólo en México); en ambos casos, una gran mayoría establece
como su principal razón para comprar en ese mercado la economía y búsqueda de
productos de menor precio, aunque sean de menor calidad. Este es un
comportamiento muy preocupante, por diversos motivos, que refleja cómo actúan
las familias ante esta pérdida de poder adquisitivo.
Desde otra óptica, vemos que la confianza del consumidor ha
tenido diversos altibajos en el año, pero prácticamente se ha mantenido en los
mismos niveles que tiene desde finales del año pasado, y todavía por debajo de
los niveles previos a la crisis. Dentro de los 5 componentes que conforman el
índice de confianza, el más afectado ha sido el que hace referencia a la
confianza para comprar productos de mayor inversión (electrodomésticos,
muebles, etc.), y como muestran algunos otros índices, las ventas al menudeo de
este tipo de productos, aunque han tenido una mejora en el año, siguen en
niveles todavía inferiores o cercanos a los que se tenían antes de la crisis.
Así que aún dentro de la restricción en el poder adquisitivo, hay sectores
económicos que lo sufren más que otros.
Un componente importante a considerar en este escenario es
el comportamiento del crédito al consumo, dividido en tarjetas de crédito,
créditos para la adquisición de bienes de consumo duraderos, los créditos
personales (dentro de los que están los créditos de nómina) y otros tipos que
son minoría. La cartera de estos créditos ha ido en constante crecimiento desde
inicios del 2010 hasta el mes de agosto como consecuencia del clima de
recuperación económica. El crecimiento ha sido empujado principalmente por el
crecimiento de los créditos personales, aunque el componente más importante
sigue siendo el de tarjetas de crédito. Siempre es un balance delicado el
crecimiento de este tipo de financiamiento, ya que si bien estimula el consumo,
si no es otorgado cuidadosamente puede comenzar a generar una bola de nieve muy
negativa. Por lo pronto, acorde al Reporte sobre el sistema financiero
publicado por el Banco de México en Octubre, el porcentaje de los créditos
bancarios al consumo que han pasado de pagos puntuales a atrasados ha ido
disminuyendo en el año (cifras hasta Junio). Los créditos que tienen más tasa de
transición de puntuales a atrasados son los créditos personales, que están en
el orden del 5%; los créditos de tarjetas y automotriz se encuentran entre el
2% y el 3%. El índice que sí ha estado creciendo es el que pasa de atrasado a
vencido. Cerca del 16% de los créditos personales atrasados pasa a vencidos,
mientras que aproximadamente el 14% de los créditos con tarjeta tienen este comportamiento;
sin embargo, los resultados dejan ver que los valores se mantienen en rangos
razonables y controlados.
Si analizamos a más detalle el comportamiento de las
tarjetas de crédito, que son el principal componente del crédito al consumo,
acorde a las cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores la tasa de
cartera vencida se ha mantenido durante el año en el rango del 4.7% al 5.5%,
cifras menores a los peores momentos del 2009, pero muy arriba de los niveles
del periodo 2003-2005.
Así que, si está del lado del consumidor, cuide el uso
correcto de los créditos al consumo a los que puede acceder; recuerde que
facilitan el acceso a ciertos bienes que de otra forma sería difícil tener,
pero no olvide que finalmente es dinero que debe pagarse. Si está del lado del
ofertante, piense en cómo podría beneficiarse su negocio del uso de estos
créditos; su tasa de crecimiento sigue a la alza, y aunque tenga comisiones, le
dan acceso a ventas que de otra forma no tendría; con más de 21 millones de
tarjetas disponibles, no es un mercado despreciable.
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