jueves, 12 de enero de 2012

Las necesidades laborales rebasan la lógica legislativa


Publicado en Plaza de Armas el 29 de Agosto de 2011.

Uno de los tantos temas que como país son discutidos, analizados, evaluados en foros nacionales e internacionales y sin embargo, no pasa nada, es el de la reforma laboral.

Ante el empleo tenemos realidades que plantean un escenario muy complejo: la necesidad de generar nuevos empleos que brinde oportunidades a la población que se incorpora a la edad productiva, que tengan condiciones básicas de certidumbre y legalidad, con remuneraciones que permitan crear condiciones de vida digna y el desarrollo de un mercado interno de consumo y, como muchas otros aspectos de la vida cotidiana, la necesidad de adaptarse a nuevas realidades sociales y tecnológicas que permiten crear nuevos modelos de trabajo.
En todos los frentes hay malas noticias y limitaciones. En el tema de la generación de empleos hay diversos estimados que plantean que la cantidad de empleo que debe generarse anualmente es de 800,000 a 1,200,000 nuevos empleos simplemente para dar cabida al crecimiento poblacional. En el último año, acorde a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, hay sólo 280,000 mexicanos que obtuvieron ocupación en este periodo (si comparamos el segundo trimestre del 2011 con el segundo trimestre del 2010). Además, hay más de 400,000 mexicanos que en el último año dejaron de buscar empleo por considerar que no tienen posibilidad de encontrar uno o por desánimo. Esto nos indica un rezago importante.

En el tema de las condiciones de calidad del empleo tenemos la siguiente situación: de los casi 31 millones de mexicanos  que tienen una relación laboral con alguna organización (trabajadores subordinados y remunerados), sólo el 53% tiene un trabajo que le brinda acceso a instituciones de salud, el 60% tiene prestaciones y el 52% cuenta con contrato escrito. En términos generales, sólo 1 de 2 empleados tiene ciertas condiciones mínimas de certidumbre y beneficios laborales. Además, más de 8 millones de trabajadores tienen jornadas laborales de más de 48 horas a la semana. Segundo frente con rezago.

En el tema de los ingresos, comenté en esta columna hace unas semanas la magnitud de la caída de los ingresos que tuvieron los hogares mexicanos del 2008 al 2010. Esto es en parte debido al aumento de la desocupación, pero también a la caída de la remuneración en el trabajo. Esta variable parece estar recuperándose en el último año, ya que el número de trabajadores con menos de 2 salarios mínimos disminuyó; pero no queda claro si en efecto se ha movido los trabajos de menores a mayores ingresos ya que también ha aumentado significativamente el número de personas que al ser encuestadas no especifican su nivel de ingreso. Por otra parte, las perspectivas económicas mundiales de desaceleración dejan ver un escenario complicado que vendrá a comprometer esta frágil recuperación.

Por último, en el frente de los diversos esquemas o modelos de trabajo, vemos una tendencia mundial a tener modelos que hacen cada vez más borrosas las fronteras del tiempo y del espacio físico: surgen prácticas laborales para personas que por nuevos estilos de vida requieren mayor flexibilidad en los horarios de trabajo (más hogares uniparentales o con ambos padres trabajando, gente que busca un mayor balance trabajo-calidad de vida, etc.) o que por ventajas de la tecnología pueden desarrollar su trabajo fuera de las instalaciones de la empresa. Estas son realidades sociales que cada vez tendrán más presencia y peso en el mercado laboral, ante los que no estamos listos dentro del marco regulatorio.

Y mientras todo esto pasa (los casi 9 millones de mexicanos que buscan empleo y no consiguen o han dejado de buscar por no encontrar opciones, casi 4 millones de personas que tienen necesidad de trabajar más horas de las que actualmente lo hacen y cerca de 15 millones de trabajadores que no tienen condiciones mínimas de seguridad laboral), la discusión y acuerdo de la reforma laboral sigue sin avanzar y se cierra la ventana para que salga en este año.  Así de desalineados estamos la sociedad y la Comisión de Trabajo y Previsión Social, que no admite que haya “presiones” para sacar una reforma que tiene que ser “profundamente analizada”. Seguramente piensan que la realidad se adaptará a sus calendarios y lógicas políticas.

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